Días de resaca

Y ahí estábamos nosotros, yo y mi resaca. Una resaca considerable producida por algo tan inocente como una apuesta perdida (que en realidad la había ganado, pero me enteré horas mas tarde). Y si digo estábamos, es por que no podía quitarme de la cabeza la idea de que el piso que iba a ver en menos de una hora iba a ser el definitivo... Lo malo de todo era que no todavía no había visto ninguno antes.
Pero la suerte existe y mi yo con resaca cree en ella.

Tras una noche llena de pesadillas o sueños poco cómodos, en los que perdía un oído, me secuestraban a mí y a mucha mas gente y nos hacían llevar cosas, y me peleaba conmigo mismo para no marearme, ha sonado el despertador. Si, un despertador. Además un despertador cualquiera, de estos que cuando suena quieres transportarte a unas 6-8 horas atrás.

-una hora más tarde...-

Mi yo con resaca no tiene mucha suerte. Después de equivocarme 3 veces de calle, subir una cuesta enorme que casi me ahoga, y por fin, ver el piso, me dicen que está alquilado. ¿no podrías haber llamado para decírmelo antes de que fuese?...
Además, para rematar la jugada, la resaca de ayer es importante y ha conseguido que en el camino a casa me maree dos veces. Menuda mañana más divertida.